El retorno al menú degustación canónico de Enigma nos ha regresado al Albert Adrià grande, al cocinero de explosiva creatividad, sutilezas imposibles y formatos sorprendentes. Con un mínimo recuerdo a El Bulli, Albert ha vuelto a dar un giro copernicano a su universo culinario, buscando en la sencillez visual (término aquí polisémico), la nuclearidad del producto y el alarde técnico invisible, generar una vez más lo extraordinario.